Bienvenida a casa

Bueno, pues ya está. No estoy al 100% instalada (pereeeza y falta de espacio total), pero ya estoy oficialmente en casa. Me dejé muchas cosas por detrás, estoy a la espera de que lleguen algunas, y lo demás ya lo iré trayendo en los viajitos que haga, porque seis años no caben en una maleta. Y hablando de maletas… La tía en el aeropuerto se enrolló lo máximo, iba pasadísima de kilos y no me dijo ni mu.

No estaba precisamente de buen humor en el vuelo a mi isla, y en parte eso causó que pecara de chivata, pero me da igual. Todos (o casi todos) sabemos que los teléfonos móviles no están permitidos en el avión, en ningún momento pueden encenderse (al menos en estos aviones), y los demás dispositivos electrónicos previa consulta sí que se pueden usar, en fase de crucero. Había un chico que iba con su pareja en los asientos de al lado, y cuando aún estábamos en tierra él ya se estaba enchufando los cascos y oyendo música desde su teléfono. No me cayó nada bien.

A ver, ya sé que quizás no sea un súper delito, pero si insisten en ello por algo será. Sé que nadie apaga el móvil en las gasolineras y que yo sepa ninguna ha explotado por esa causa, pero qué quieren que les diga, a mí los aviones me dan respeto. No sé cómo afecta ni cómo no, pero cumplo lo que me dicen.

A mí me cabreaba que el tío se pasara todo eso por el forro y ni siquiera esperara un poco después de haber despegado. Y encima, cuando quería hablar con la chica, gritaba. Fijo que todos lo hemos hecho alguna vez, pero a estas alturas va a ser que no. Ella te oye, tío bobo. No grites.

Cuando las azafatas se levantaron para pasearse con el carrito y ofrecernos el agua, los frutos secos y los caramelos, aproveché y le pregunté a una de ellas si era posible escuchar música en el teléfono y me dijo que no. Así que me chivé, y le dije que el de al lado lo llevaba haciendo desde antes de despegar. Lo tuvo que apagar jijiji. Su razón era “pero lo tengo en modo música”, ag…

Ódienme jiji.

Después de un buen vuelo aterricé, y estaba expectante por ver por primera vez lo que se supone es un progreso para la isla, la súper modificación del aeropuerto.

HO-RRO-RO-SO. Sólo vi el baño (siempre nada más llegar a destino voy al baño), donde se recogen las maletas, y luego la salida hasta la puerta, no quise mirar más. Otro día. HO-RRO-RO-SO.

¡¡Qué cabreo me pillé!! Yo tengo mis grandes críticas hacia esta isla, pero también la defiendo a muerte, que no se metan con ella que muerdo, y cuando veo cagadas me cabrea, es que me cabrea porque parece que la gente no piensa, no saben, no sé.

De resto, qué les puedo decir… Me he pasado el finde entero exclusivamente con mi novio, el cielo está precioso (¡¡es azul!! Ya ni me acordaba, ¿comenté que en Las Palmas de Gran Canaria el verano es… digamos… triste?? Hay una nube que cubre toda la ciudad. Eso sí, de septiembre a diciembre es una pasada lo bien que está). Fui un rato a la playita y llegué a la conclusión de llevarme una esterilla para poner debajo de la toalla o comprarme una de 15 centímetros de grosor, me cago en la puta lo que quema la jodida arena. Y poco más… El proceso de adaptación está comenzando.

Hasta la semana que viene ;)