Llegar de la práctica con hambre, entrar en una dulcería y comprarme mi dulce favorito autóctono por excelencia, sentarme en unos muros a comérmelo y comprobar que tenía el doble de chocolate por dentro, todo placer. A su vez tocaban seis pibitos en frente de mí con sus saxos, clarinetes y demás estilo jazz, muy buenos. El calorcito era el ideal y una nube tapaba el sol para que no me diese directamente. El móvil se me había quedado sin batería por lo que nada podría distraerme de ese placer musical y gustativo.
Pequeños momentos que se agradecen.
Mmmm casi he podido saborear hasta el chocolate.. momentos como ese merecen la pena.
ResponderEliminarUn besote de domingo!!!
Jajaja, y ¿qué dulce autóctono es ese?
ResponderEliminarPues nada, que tengas muchos momentos así, no??
besos!!
Eso, eso, queremos saber qué dulce era!!!
ResponderEliminarDuna, sí, merece disfrutarlos, son los que sacan la sonrisa :)
ResponderEliminarMaeva y Rad, haré una presentación en sociedad del dulce jajaja, tengo que conseguir hacerle foto antes de comérmelo :P Es muy simple y estará repetido por todo el mundo, pero NO es MI dulce :D Ains, tendré que comprar otro para enseñárselos, qué pena oye jiji.
Jajaja, es que dulce autóctono aparte de rapaduras y almendrados, yo solo conozco el marquesote jajaja, por eso tengo curiosidad. Venga, ya tienes post para el domingo.
ResponderEliminarLa poli canaria se encarga de abrir la puerta del helicóptero de Pau cada vez que llega a un sitio ¿no? así que tienen mucho trabajo.
Mae, es tan autóctono que ni existe (o yo jamás lo he visto) en ese lado jaja. Para este domingo no sé, pero para el siguiente si no puedo éste fijo :)
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