domingo, 18 de julio de 2010

Calidad del servicio


Aquí en sitio pequeño se están celebrando las fiestas lustrales, las cuales están concentradas en la capital. El ambiente está más vivo que nunca, viene mucha gente de fuera y es muy agradable ver tanto movimiento en un sitio pequeño.

Tienen cinco años para preparar las fiestas, hacer planes y encargarse de todo. Pues parece que no es tiempo suficiente. Desde mi punto de vista hay cosas que dejan mucho que desear. Y en lo que a restauración se refiere, qué quieres que te diga, yo prefiero esperar un poco más y comerme algo bien hecho, que pretender quedar bien despachándote el pedido bien rápido pero frío y crudo. Hay veces en las que pretenden quedar de eficaces cuando en realidad la calidad del servicio baja considerablemente si lo comparamos con épocas en las que no hay fiestas de ningún tipo. Y cosas como estas nos dejan en mal lugar, nos patrocinamos muchísimo y a la hora de la verdad el turista se puede llevar una impresión mala. Por suerte no pasa en todos sitios, y los hay que son más conscientes que otros.

Independientemente de que sean fiestas o no, me toca las narices este tema el resto del año. Mi querido Cuqui el Malvado participó en cierto concurso de música y el grupo con el que participaba ganó y actuaron de teloneros en un concierto. En las pruebas de sonido pidieron que se les trajera un no-sé-qué, algo normal para cualquier cantante o grupo. Aquí el tema del sonido es un monopolio, y son unos gilipollas. A su grupo le negaron un montón de cosas, los micros funcionaban fatal, y respecto a la cosa esa que pidieron les dijeron que no pretendieran ser algo que no son. ¿Perdooooooooona? A los que vienen de fuera sí, mimos y peloteo y todo genial, pero a los autóctonos que les den. Desgraciados. Se me ocurren tantas cosas y todas ilegales para vengarme… Jo.

Y más cosas… Hace unos días, mi amiga G., su novio y yo nos disponíamos a coger la guagua para ir a uno de los actos de las fiestas. Yo la cogí en la estación, y casi casi se petó, pero había aún asientos libres. Ellos la cogían dos paradas más arriba y el chófer jamás paró, les hizo el gesto en plan “cojan la siguiente”. Y así lo hizo con todas las personas de varias paradas hasta que llegamos al otro lado de aquí sitio pequeño de mis orígenes, al lado Este para ser más exactos. Tendrán más nivel o algo, porque allí sí que dejó subir a gente incluso hacer que fueran de pie. Ya les vale… Y de vuelta para el lado Oeste, al ser una guagua fuera de su horario habitual los precios se disparataron, que vale, puedo entender eso, pero es que ¡¡no dejaban usar el bono!! ¿Por qué? Yo me indigno. ¿Y si no tienes dinero encima? Ag, en fin.

2 comentarios:

  1. Hola Islander! te devuelvo las visitas.
    En cuanto a la guagua, pues no sé, porque yo vivo cerca de la capital, y aunque las veces que he bajado en la guagua siempre ha llegado gente de pie a mi parada, nunca me ha dejado por detrás.
    Lo de la comida, supongo que querrán aprovechar al máximo atender al mayor número de gente, aunque no me parece bien eso que cuentas, pero bueno, por otro lado también los entiendo.

    Lo del grupo de tu amigo, es que ya sabemos como funcionan las cosas aquí a veces, que nos tiramos piedras sobre nuestro propio tejado, eso, y las "mafias".

    Besos!

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  2. Hay cosas que hasta cierto punto son entendibles aunque no gusten, pero otras en las que se debería alzar la voz para que dejen de mangonear, pero casi nunca funciona eso tampoco, luchas y luchas y te quedas como una pringada, y da rabia tener que aguantarse y punto, pero bueno, algún día, espero, los malos se llevarán su merecido.

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