domingo, 25 de julio de 2010

Historia de dos mascotas

El otro día dando una vuelta en coche CM (Cuqui el Malvado) dio un frenazo en seco que dejó olor a goma quemada, se bajó del coche y volvió con un pollito precioso que estaba en mitad del carril. Afortunadamente estaba sano y salvo. Era una monada de pollito, amarillo con una franja negra gruesa en su espaldita y tres encima de la cabeza. No veía, tenía los ojos cerrados. Nos lo llevamos, se le pudo dar de comer y se le veía feliz, piando y piando. Al día siguiente quise llevarlo al veterinario para ver qué le pasaba en los ojos, pero no llegó a tiempo. Sobrevivió a la noche pero estaba muy débil, apenas se mantenía en pie. De camino al veterinario le dábamos calor y una vez allí nadie nos atendía y había mucha gente, todos con perros para simples vacunas. Como no nos hacían ni caso decidimos ir a otro, y fíjate tú estaba cerrado, por lo que volvimos al anterior. Aparcar era imposible y la gente ya llegaba fuera del veterinario, el pollito no duraría. Vi cómo se iba debilitando en mis manos, cómo abría el pico muy despacio, como si pidiera ayuda, su respiración cada vez más débil… Y bueno, el final se lo pueden imaginar. Muchos pensarán que sólo era un pollo, pero lo pasé fatal, lo paso peor por un animal que por una persona desconocida, al fin y al cabo la peor raza que habita este planeta es la nuestra.

Después de sufrir un rato largo, CM me llevó a dar una vuelta pero no me dijo adónde íbamos. Resultó ser una mini tienda de mascotas, donde me compró un curiel (bueno, en realidad es nuestra), es hembra y se llama Lana. De momento, por el ritmo de vida que tenemos, y más yo que estoy entre sitio grande y sitio pequeño, más responsabilidad no podemos permitirnos.

El local donde vendían los animales daba un poco de miedo, era cutre, sucio y yo creo que le salvamos la vida a Lana. El pasaje del terror era aquello. Cuando nos decidimos por Lana e íbamos a pagar, CM le preguntó al vendedor que qué comía la serpiente que tenían allí, y el hombre va y dice “eso”, señalando a nuestra Lana. Después nos contó la terrorífica historia de cómo un conejo se había roto una pata y se lo dieron de comer a la serpiente y que si se lo había comido en pocos minutos y blablabla. Y al final, cuando nos dio a Lana en su jaula y demás le dijo “bien por ti, ahora comerás todos los días”.

Yo estaba un poco petrificada con todas esas cosas que decía, las soltó como si nadie tuviera sentimientos, no sé, un poco cruel y bruto. Si pienso en el resto de los animales que allí se quedaron me entra una pena tremenda, al menos liberamos a una.

Esta es Lana una vez bañada, en su versión original parecía una rastafari.

De momento puedo decir que es una cagona y que no para de comer, pero es súper dócil y monina, aunque tenga pelos un poco de loca.

2 comentarios:

  1. ¡Dios, la sacaron de La tienda de los Horrores! Animalito... ¡Bien por ustedes!

    Y por el pollo no te martirices, son muuuuuy delicados. Hiciste lo que pudiste^^

    (No tengo ni idea de cómo llegué aquí, pero... ¡Hola! XD)

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  2. ¡¡Holaa!! Jajaja, no importa cómo llegaste, bienvenido seas :) La verdad es que dan ganas de ir salvando animales por el mundo, pero no me sale rentable. Ya iré poniendo cosas sobre su evolución. Saluditos.

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