Una vez, estando en casa de CM, conocí a cierto producto lácteo que me hizo fruncir el ceño sólo por ver su exterior, la palabra soja suena a rayos en mi cabeza, pero como una valiente lo probé y resulta que me encantó. Ahora no puedo parar de comprarlos y comerme uno al día sí o sí, es que hasta dos seguidos me metería. Pienso en ellos y se me hace la boca agua, ¿cómo es posible? Es un yogur.
Os presento al autor de mi desvarío gustativo:
No lo he probado, pero todo lo que diga soja, ya me produce rechazo, sólo he probado la soja en lata esa para las ensaladas y no puedo, me sabe a tierra.
ResponderEliminarEs una adicción sana. Hay cosas peores como la que tengo yo últimamente con las ambrosías de Tirma.
Jajaja, es que las tirma están buenas. Te diré que la fábrica no me queda muy lejos :P
ResponderEliminarPues prueba ese yogur, aventúrate y me cuentas qué tal. Si no te gustan, regalas los otros tres del pack. Papaya-naranja. Si no te gusta no me culpes jajaja.
Yo sí he probado yogures de soja, aunque me saben a rabo de gato, voy a ver si encuentro éste en el súper a ver qué tal. Por cierto, las ambrosías Tirma deberían estar prohibidas, dios mío!
ResponderEliminarMafalda, pues si los encuentras y los pruebas me dices tu opinión, que si es mala no va a pasar nada :) ¿Siguen habiendo tirma de fresa? ¿O fue un experimento temporal? AÑOS que no las veo.
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