domingo, 29 de agosto de 2010

Incompetencia perfecta

El tema hostelería, que está en cierto modo bastante relacionado con mis aún no acabados estudios, cada vez deja más que desear.

La semana pasada comí en un restaurante en la avenida de la playa (en la que no me volveré a meter en lo que queda de año por lo menos) y se dieron tres cosas que me ofuscaron profundamente.


1) Se pidió vino (me encanta el vino) y hacía un calor de narices. El camarero trajo la botella y nos llenó las copas un poco demasiado para terminar de vaciarla en vez de traer un cubilete con hielo para nosotros irnos sirviendo. Total, que o te lo bebías de un tanganazo o caliente, tú elegías. Cuando se pidió la segunda botella le dije que trajera el cubilete. Caso me hizo.


2) Como entrante se pidió nada más que una ensalada. Punto a favor del camarero (el mismo de antes): nos dijo que los aguacates no estaban muy allá, por si queríamos evitarlos. Si es otro te mete por los ojos hasta cosas podridas. Punto en contra: la ensalada jamás se llegó a terminar, y después de unos 15-20 minutos sin que nadie tocara un plato y esperando el pescado, el camarero se dignó a pasarse por allí a ver qué tal nos iba, se le dijo que qué pasaba con el pescado (se pidió todo a la vez y tiempo de traerlo había más que de sobra), y el hombre va y contesta que él estaba esperando a que nos acabásemos la ensalada para ordenar el pescado.


3) Y bueno, como no podía faltar no sólo en restaurantes sino en casi todo lo que nos rodea, cosas mal escritas, en este caso en los mantelitos de papel que te ponen en la mesa.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Este blog no se hace responsable de las opiniones vertidas por sus visitantes. Todo parecido con la realidad es pura coincidencia. Peace.